Mi bebé no come nada o casi nada. Ésta es una frase que seguro que algunas familias decís en casa a menudo. ¿Qué hago? ¿Estoy haciendo algo mal? ¿El Baby-Led Weaning no funciona? ¿Mi bebé tiene algún problema? Cuántas inseguridades nos salen, ¿verdad? Pues tranquilidad. Esto pasa y más a menudo de los que nos parece. Siempre tenemos la sensación de que los bebés de los demás comen bien y de todo, y el nuestro no. Esto no es así. Vamos a ver algunas ideas que nos van a ayudar y sobre todo a tranquilizar.
En primer lugar, es importante tener en cuenta que cada bebé es diferente. Cada uno tiene sus necesidades y cada uno tiene un ritmo de desarrollo distinto. Es por ello que compararlo con los demás, nunca es buena idea. Tal vez el tuyo no coma tanto pero tiene un desarrollo motriz más preciso.

En segundo lugar, cabe diferenciar entre “no come nada” y “come poco”. Tres cucharadas de yogur por aquí, siete u ocho granos de arroz por allá, un puñado de cuscús, media galleta, dos trozos de sandía… Esto ya no es comer nada. Además, tenemos que tener presente que el bebé está en una etapa de alimentación complementaria y de experimentación con la comida sólida. La leche materna o artificial es su principal fuente de alimento, por lo que no le van a faltar nutrientes.
En tercer lugar, puede que nuestro bebé coma poco, pero que lo que coma sea de calidad. Como siempre decimos, debemos priorizar la calidad por encima de la cantidad. Si lo poco que come es de calidad y le aporta nutrientes básicos para su desarrollo podemos estar tranquilos. Lo importante es que cada cucharada cuente, y que el bebé se enriquezca de alimentos sanos: aceite de oliva, frutos secos (rallados), aguacate, legumbres, huevo, etc.
Lo que no debemos hacer es caer en los alimentos fáciles como un yogur azucarado, un helado de chocolate o un bollo de la panadería. Porque de repente, el niño que no come nada, no tiene problemas en comer estos alimentos. Es de vital importancia no caer en el clásico “por lo menos que coma eso” porque hay alimentos que de verdad pueden hacer la situación más difícil y entonces sí, convertirse en un problema.
En cuarto lugar, hay que tener en cuenta que los 12 meses son un punto de inflexión. Las reglas del juego cambian y los bebés ya no crecen y engordan al mismo ritmo, por lo que sus necesidades también varían. Así pues, cada día van a tener más curiosidad por explorar el mundo que les rodea. Puede que haya días que sí les apetezca probar nuevos alimentos porque ven a sus padres comiéndolos, pero habrá muchos otros que no. Seguramente tendrán cosas mucho más interesantes que hacer antes que sentarse a comer. ¡Paciencia!
En quinto lugar, cuando veas a otro bebé comer o incluso busques ideas por internet, no te quedes sólo con la foto ni en la cantidad de comida. Fíjate en qué alimentos han elegido y cómo se los ofrecen. Así es como sacarás provecho de tu búsqueda. Fijarse en la cantidad no te va servir de nada porque como decimos, cada niño es diferente y cada uno tiene sus necesidades.

En sexto lugar, dad ejemplo. De nada sirve que hagamos todo lo anterior, si nosotros no comemos lo mismo que ellos. Es importante sentarse a la mesa a comer juntos, y que los alimentos que le ofrecemos, sean igual que los nuestros, o tan parecidos como sea posible. Os recomendamos leer el artículo sobre la importancia de comer juntos, seguro que os gustará.
Y por último, tranquilidad. Ellos tienen la comida al alcance, piden agua, leche, fruta o lo que sea cuando les apetece. Las cantidades son las que necesitan e irán creciendo a su ritmo. Tal vez el tuyo no será el más alto o la más alta de la clase, pero seguramente tendrá un buen desarrollo óseo y muscular. Lo que sí es importante, es llevar el control junto con nuestro pediatra, y si no presenta ningún síntoma de anemia, ni problema psicomotriz, podemos estar tranquilos. ¡Dejadlo comer la cantidad que quiera!
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